Guillermo Ueno

¿Cuál es la importancia de los contactos para vos?

Una de las cosas que me gusta de las planchas de contactos es el hecho de que se puede ver el recorrido del fotógrafo. Y además se puede ver lo que llamaría el inconsciente óptico; por eso me encanta ver los contactos ajenos porque me gusta mucho hurgar y mirar esos supuestos errores que se suelen dejar fuera. El contacto te muestra el camino del fotógrafo. Al verlos, estás haciendo un recorrido mental y físico de la persona que estuvo sacando esas fotos. Eso me da mucha curiosidad: poder registrar cómo se salta de una imagen a la otra. Es también la posibilidad de ver el paso del tiempo a través de esos saltos.

 

¿Cómo aparece la fotografía en tu vida?

Durante muchos años, de chico, leía revistas de futbol, de automovilismo y más tarde de rock. Para mí la fotografía era eso. Eran Alonso, Guillermo Vilas, Carlos Reutemann. Después eran Charly García o Led Zeppelin. Pero yo no decía “mirá que buena foto”, decía “mirá, está Charly”. 

 

¿Creés que la fotografía te hace ser más observador, que te permite mirar el mundo de otra manera?

La fotografía me dio un tipo de entrenamiento que consiste en observar las cosas con detenimiento. Considero a la fotografía como un ejercicio básico para poder hacer cualquier otra cosa y creo que habría que enseñarla en los primarios porque te permite otro tipo de observación. Una cosa es mirar y otra muy diferente es mirar a través de una cámara, porque exige una atención que de otro modo no tendrías. Además siempre te obliga a hacer un recorte de aquello que viste.

 

¿Cuál es la importancia de los contactos para vos?

Una de las cosas que me gusta de las planchas de contactos es el hecho de que se puede ver el recorrido del fotógrafo. Y además se puede ver lo que llamaría el inconsciente óptico; por eso me encanta ver los contactos ajenos porque me gusta mucho hurgar y mirar esos supuestos errores que se suelen dejar fuera. El contacto te muestra el camino del fotógrafo. Al verlos, estás haciendo un recorrido mental y físico de la persona que estuvo sacando esas fotos. Eso me da mucha curiosidad: poder registrar cómo se salta de una imagen a la otra. Es también la posibilidad de ver el paso del tiempo a través de esos saltos.

 

¿Creés que subyace alguna idea particular sobre la fotografía que atraviese tu trabajo? 

A veces veo a la fotografía como una especie de transmisión poética. Esa concepción permite no volverte un fundamentalista de la técnica. Creo que lo interesante del arte, en general, es la apuesta a vivir de otra forma. Es algo que dice Gilles Deleuze, que el artista no es aquel que pinta o hace instalaciones, sino el que se inventa una nueva forma de vida. Entré a  la fotografía para encarar esas otras formas de hacer las cosas. Por eso me parece interesante un artista como Macedonio Fernández que planeaba una comunidad anarquista en el Tigre. O un poeta como Juan L. Ortiz que era igual de luminoso escribiendo o sin escribir;  un tipo que tal vez no hacía nada y se quedaba mirando, que podía prescindir de su propia poesía. Me imagino a Juan L. tirado en la hamaca paraguaya, leyendo mientras miraba el río.  

 

A nivel formal  ¿recurrís a alguna regla específica cuando trabajás?

No, hay luces que prefiero antes que otras, aunque eso va cambiando con el tiempo. Algunas me siguen gustando pero me da pudor hacerlas. El hecho de haber vuelto al blanco y negro tuvo que ver con haber sentido una saturación en el uso de la lucecita sutil. De todos modos ese cambio hacia el blanco y negro fue engañoso porque quien sabe mirar fotografías se da cuenta que en lo esencial es lo mismo. La diferencia es la ausencia de color: la calidez del atardecer desaparece…pero la calidez del blanco y negro es la misma. Hoy en día creo que muy pocos logran hacer esa distinción sobre el hecho de que la luz sea más o menos suave en una foto blanco y negro.

 

¿Podemos seguir hablando sobre la luz?

La fotografía no es escribir con luz: ese es un gran error. Me interesa la luz como apariencia: toda esa historia del Génesis y la idea de la luz que abre las tinieblas. Relaciono mucho esa historia con el obturador de la cámara. Esteban Marco -el único profesor que tuve- decía que la fotografía era el obturador. Es decir; el paso, la ausencia y la presencia de la luz. De esa manera la luz crea, es generadora: el génesis de las cosas está en la luz. Venimos arrastrando una Luz hace millones de años y bueno…la seguimos. Por eso la noción de “esculpir en el tiempo” de Andrei Tarkovski me gusta tanto, porque implica seguir laburando en ese sentido.