Ataulfo Perez Aznar

¿Cómo fueron tus comienzos en la fotografía?

Llegué a la fotografía por un camino bastante particular; fue producto de las circunstancias. En ese momento con Helen (Zout) militábamos y como vino a buscarnos el ejército tuvimos que huir. Yo estudiaba geografía y antropología cultural en la Universidad Nacional de La Plata y de un día para el otro tuvimos que dejar todo. Luego de yirar por distintos lugares del país terminamos en el microcentro de Buenos Aires; era el lugar más seguro para vivir de un modo clandestino y fue en ese momento en el cual retomé a fondo mis estudios fotográficos.  Saco fotos desde los 8 años y ya a los 10 había hecho varios cursos. En mi adolescencia saqué muchas fotos también pero, producto de la militancia, nos vimos obligados a destruir los negativos porque los milicos los usaban para identificar gente y seguir secuestrando hasta que se cortara la cadena. Los cursos que había entonces eran muy básicos y para complementar la parte estética comencé a estudiar de manera autodidacta mirando autores que me gustaban. Desarrollé un trabajo acotado en Argentina: los únicos lugares donde podía sacar la cámara sin llamar la atención era La Boca, Plaza Francia, San Telmo. Debido a eso es que no me sentía cómodo para poder abordar una mirada antropológica, de contenido social que era lo que me interesaba, porque si lo hacía corría riesgo de que me agarraran de las pestañas y no era joda si eso pasaba. Más adelante hicimos un viaje a Brasil con Helen y ahí me sentí libre de fotografiar lo que me interesaba. Yo al principio, para ahorrar, compraba papeles vencidos, ampliaba en tiritas de papel. Con el tiempo empecé a copiar los contactos nuevamente para sistematizar el trabajo. Considero que lo más importante para un fotógrafo es el concepto del “contacto», porque allí uno ve la aproximación, puede analizar los errores. El contacto es un análisis de un 70% del producto final.

 

¿Cómo surgió tu trabajo fotográfico en la ciudad de Mar del Plata?

Para mí Mar del Plata no es sólo una cuidad de veraneo, sino que es una metáfora de la Argentina. En Mar del Plata en el verano la gente se expresa libremente y la diversidad antropológica y cultural que allí se plasma empezó a resultarme fascinante. Ver ese marco escenográfico fantástico que es la ciudad misma, ver el rol de la gente y el vínculo cultural tan fuerte que se da, me llevó a profundizar la mirada y a advertir que a través de Mar del Plata podía hacer un trabajo profundo sobre la Argentina. Creo que mi trabajo acerca de Mar del Plata es una mirada sobre la clase media argentina.

 

¿Qué aspectos estilísticos son los que más te preocupan a la hora de trabajar?

Soy terriblemente riguroso con el encuadre. Yo busco el contacto visual, que la gente sea consciente del acto fotográfico. No me interesa robar fotos, ni me interesa la figura del fotógrafo como testigo privilegiado: esa fue la estética sostenida hasta el momento en que yo me incorporé a la fotografía y funcionaba como un parámetro: el abanderado de ese estilo era Henri Cartier-Bresson. Pero yo siempre reivindiqué la fotografía como medio de expresión; por lo tanto defiendo a ultranza el derecho y la capacidad interpretativa que tiene el fotógrafo como cualquier artista -sea de la disciplina que sea. Por eso considero  que es necesario y conveniente cierto rigor estético que hace al encuadre y al punto de vista, porque toda la atención que uno le pone al momento del acto fotográfico se manifiesta posteriormente en la fuerza de la imagen. Dejé de lado todas mis otras actividades en función de la fotografía como medio de expresión. Con la fotografía hago lo que quiero; no tengo ningún patrón ideológico ni económico. Lo que está plasmado en mi trabajo es producto de mis errores, mis falencias y sobre todo de mi modo de ver el mundo. Desde esta vereda es desde donde me siento cómodo para discutir con quien sea de lo que sea.

 

¿Cuál dirías que es tu búsqueda de la fotografía como arte?

El arte para ser arte te tiene que golpear. Te tiene que enfrentar y generar algo. Es como el amor: algo que se percibe profundamente, que quizás no puede describirse con palabras pero que llega o no llega. Luego están las distintas estéticas y las distintas temáticas. Formo parte de una generación que fue aniquilada y por eso tengo una doble responsabilidad. Por un lado mi responsabilidad individual, pero también la necesidad de mantener y defender la visión de muchos de mis compañeros que hoy no están -que tenían una mirada crítica y creativa del mundo. No pasamos por la tierra para ser sobornados por el mercado o determinados por las formas de predominio económico.

 

¿Si tuvieras que hablar de una esencia de la fotografía?

Diría que para mí la fotografía no es lo importante, sino aquello que uno tiene para decir. Después está la posibilidad de elegir diferentes medios de expresión. Hasta hoy podíamos hablar con cierto contenido teórico de disciplinas más históricas, como puede ser la pintura, la literatura. En ese sentido, la fotografía es una opción totalmente válida que tiene que estar acorde con las capacidades intrínsecas de cada uno para plasmar su visión del mundo. Yo veo a la fotografía como una práctica deportiva porque es cuestión de salir todos los días. Sacar muchas fotos como si uno se entrenase para una carrera de 100 metros.

 

¿Cómo ves hoy la formación y la teoría del arte fotográfico?

Quienes se incorporan ahora a la fotografía no son conscientes de las batallas libradas en argentina. Hoy hay talleres en los cuales se habla de estética de la fotografía, hay autores para estudiar y se va adquiriendo una cultura fotográfica más integral, más profunda. Roland Barthes, Susan Sontag, Walter Benjamin, Philippe Dubois, hicieron aportes interesantes a la fotografía aunque para ellos era algo totalmente ajeno. La fotografía es algo muy dinámico muy vivo, y una estética de la fotografía es producto de infinidad de aspectos. Para mí uno de los teóricos más importantes de la fotografía es Sarkozy y lo demostró tanto en la teoría como en las imágenes que utilizó para hablar de fotografía. También considero importante a Robert Adams.

 

¿Qué opinás sobre la actualidad de la fotografía argentina?

La fotografía Argentina debe ser parte de su propia cultura. No entrar en el mundo globalizado porque ahí nos alejamos de la fotografía como identidad. Creo que si algo tiene de fascinante el ser humano es la multiplicidad, los matices, la diversidad. Todas esas cosas que hacen que la vida tenga sentido de ser vivida y eso es lo que me motiva a sacar mis fotos.