Andrea Ostera

“Hay algo que me interesa de los materiales y es que pueden darnos algo aun cuando son viejos y cuando están vencidos. Hay una cierta conciencia ecológica del material y también tiene que ver con un momento de la vida. Empezar a pensar con más cariño sobre las cosas que tienen cierta edad. En algún punto hay una especie de personificación, el material está encarnando algo que nos pasa a todos. Tratar de encontrar la potencia que tiene eso, que no podrá tener negros y blancos brillantes, pero tiene unos marrones preciosos.
También la idea de reciclar, recuperar. No hacen falta materiales nuevos, con lo que hay podemos. Y también una cuestión económica, poder seguir trabajando de un modo un poco más ecológico y un poco más a tono con la sociedad que nos toca”

¿Crees que la tecnología digital o más bien el exceso de imágenes en la era digital es lo que te lleva a trabajar con la materialidad?

No, yo había empezado desde muy temprano, solo que la conceptualización vino después, pero desde muy jovencita yo ya estaba pensando en que pasaba con ese material. Lo investigaba, lo observaba, lo exigía y a veces lo violentaba también.

¿Esto se puede ver en Dípticos?

En dípticos fue provocado, pero, en ese trabajo, yo no tuve casi ningún pensamiento del orden del concepto que desarrollé después. Ahí fue como pura intuición, sacaba las fotos porque me gustaban, no había análisis o pensamiento detrás de la imagen, era pura intuición de alguien que se había encontrado con un aparato y con una forma de hacer y que le venía bien, le daba placer y le activaba cierta pulsión vital, pero toda la conceptualización vino después.

¿Cómo fue tu primera experiencia al exponer estos trabajos?

Estas fotos se mostraron en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, (que hoy se llama CC Fontanarrosa) Algunos amigos fueron a la inauguración, era una muestra compartida con otro fotógrafo, Gerardo Borguí, y este amigo me dice, «Esta obra es un homenaje a Duchamp» y yo me sentí asombrada y avergonzada porque estaba no sabiendo algo que me parecía que debía saber, pero también eso me dio la clave de todo lo que tenía por aprender y me lo puse como objetivo. Una semana después de eso, yo me fui a Europa donde estuve unos cuantos meses y ese viaje resultó una experiencia educativa y de formación e información absolutamente impresionante.

Estuve trabajando durante un tiempo en un lugar en Alemania y luego junto con mi pareja nos fuimos a recorrer ciudades, pero en realidad lo que hicimos fue recorrer museos. Tuvimos un mes de vacaciones y recorrimos 35 museos, no vimos la ciudad. Íbamos de un museo a una galería y así.
Todo eso que ahora me parece loquísimo, ¿cómo no voy a ir a comer? Hay otras cosas para ver en las ciudades más allá de los museos. Pero bueno, en ese momento era lo que yo estaba necesitando y volví siendo otra.

¿Cómo fue tu formación?

Yo estuve dos veces en EEUU, una vez en el ICP y otra en la Universidad de Nueva York. Uno fue un programa general más o menos básico y otro fue una maestría. Hay una serie de diferencias entre una y otra, pero en todas aparece una mirada un poco más académica sobre la producción.
Cuando volví de eso, tuve una muestra compartida con quien era mi novio de ese momento y que ahora es mi marido. En ese momento, en alguna situación, yo tuve una epifanía de que yo era una autora. En ese momento lo supe, de ahí a poder decirlo no fue tan sencillo, pero ya lo sabía. En 1994, cuando hicimos esta muestra juntos, que se llamó «el ritual de lo habitual» en el 94, mostré una serie de fotogramas. Ahí estaba la autora ya presente, ahí había un desarrollo conceptual, había investigación, había un montón de cosas que son las que me dieron la pauta de que la fotografía ya no era para mí un hobby, sino otra cosa.

¿Cómo pensaste tu serie + 5?

+ 5 es un trabajo que empezó a partir de una cámara nueva. En esta búsqueda de la cámara que tuviera calidad, pero que fuera portátil para encarar la documentación de la vida cotidiana, llegué a una G11 que me recomendaron de Canon. Y una de las cosas que me dijeron fue…”esa cámara tiene un flash bárbaro”, entonces una noche en el campo, digo bueno, vamos a probarlo, tiene la posibilidad de sobreexponer, de ahí viene lo de + 5. Entonces subí la sensibilidad, puse + 5, y saqué unas fotos y claro, fue como muy impactante lo que había ocurrido porque el primer plano se quemaba completamente y después aparecían unos tonos medios. Pero sobre todo lo que me impactó es que apareció una silueta blanca. Yo había trabajado con siluetas muchas veces y acá sin buscarlo reaparece e invertido porque en general las siluetas son oscuras esta era una silueta blanca. Fue un hallazgo que me interesó, algo que no esperaba que fuera exactamente así y ocurrió, y como tantas veces, usé eso que aparece alguna vez como accidente como punta de trabajo para una serie. Pasé algunas semanas fotografiando de noche escenas de lo más banales y ahí fue saliendo esa serie.

¿Cómo aparece el azar en tus trabajos y cómo fue la materialización de este?

Muchas veces el azar es lo que me da la pista, en general lo primero que me pasa es que me enojo. Luego me doy cuenta que hay algo ahí que se presentó y que está bueno seguir investigando.
Yo estaba estrenándome con esta camarita digital pero tenía mucha nostalgia de la materialidad analógica. Entonces ese archivo digital lo hice filmar sobre película, con la tecnología con la que se hace un offset y después esas imagen la copié por contacto sobre papel analógico. Es una imagen que empieza digitalmente, y termina con una materialidad analógica.

La materialidad es uno de los grandes temas que atraviesa casi toda mi obra y el tema del azar es típico de mi lenguaje, yo estoy alerta a los accidentes y les hago lugar. Hay que estar en un estado un poco zen, abierto a lo que viene y concentrado para ver dónde aparece porque a veces son cosas muy chiquitas. Después sigo desde ahí. Una vez que encontré eso, es como el comienzo de una obsesión que me va a durar algunos meses y ahí voy.

Hablemos sobre Capturas de pantalla

Capturas de Pantalla comenzó en 2015 – 2016. En ese momento decidí volver al laboratorio después de mucho tiempo de no entrar ahí, y me encontré con materiales antiquísimos, papeles vencidos, químicos oxidados y me apareció la pregunta, ¿que hago con esto?, y una especie de pena de pensar que no servían, entonces dije bueno, voy a ver lo que se puede hacer con este material.
En algún momento se produjo una migración de las fotos desde el papel sensible a la pantalla. Entonces, yo que tengo tanta experiencia, tanta practica de hacer contactos, imaginé como sería hacer un contacto de una imagen en la pantalla. También tratando de amigar estas dos tecnologías, el teléfono celular y el papel sensible.
Conseguí un teléfono, puse una imagen en un cuarto oscuro, puse la imagen como página de inicio del teléfono y lo apoyé durante algunos segundos sobre el papel sensible, después de eso, revelé, pare, fije y lavé y estas fueron las imágenes que fueron apareciendo.
Una imagen que a mi me interesa por muchas cosas, primero por el objeto híbrido que arman y después por todas las inversiones que ocurren.
Es una imagen negativa, la imagen en el teléfono era positiva entonces acá se invierte y aparece en negativo, de izquierda a derecha también se produce una inversión. Otra cosa que me interesa es que la imagen da cuenta del propio momento en que fue hecha, porque está la foto que estaba en la pantalla y además la otra información adicional que aparece que es propia del celular.
Entonces hay como esta cuestión de dos tiempos conviviendo en esta imagen. El primer tiempo que es el tiempo de la toma y el segundo que es el tiempo de la impresión. Y ese color que tiene así cepiado, tiene que ver con que el papel esta vencido y el revelador está vencido también, y yo acepté eso, le hice lugar a esas posibilidades de esos materiales vencidos en esta obra.

¿Cómo seleccionaste las imágenes que se imprimieron?

La selección de las imágenes tiene que ver con varias cosas. Primero tiene que ver con el tipo de fotos que tengo en mi celular. Yo con el celular retomé la documentación de mi vida cotidiana. Que había perdido y que no había logrado recuperar a pesar de que me lo había propuesto.
En el pasado me compré distintas cámaras cada vez más pequeñas, cámaras digitales con la intención de que me acompañaran en mi vida. Si la llevaba no las usaba y después dejé de llevarlas, y algo pasó cuando tuve un celular con una cámara más o menos digna. Entonces las imágenes que tengo en el celular son algo así como mi álbum familiar. Así que toda la gente que aparece son básicamente familia, amigos o gente del entorno. Y por otro lado hay cierta elección pensando en cuales son las fotos que mejor van a funcionar cuando sufran todas estas transformaciones de negativo a positivo porque no cualquier foto da bien.
Entonces había algunas fotos que me interesaban pero cuando la copiaba no funcionaban. Así que bueno, hay por un lado una primera selección mía y después hay una decisión del material con cuales son las adecuadas para este proyecto y cuáles no.

También se ve, además de la imagen, que vive en la pantalla y la información que es propia del celular a veces aparece alguna información accesoria, como parte del hardware del celular que aparece representado.
Hay otra cosa más que me gusta en esto del celular es que tiene 6cm de ancho al menos esta pantalla y muchas veces yo fotografío en formato cuadrado, entonces la imagen, que no es justo lo que estamos viendo acá pero a veces la imagen cuadrada que uso en el celular tienen el mismo tamaño que la foto 6×6 que el antiguo negativo 6×6 y fui muy feliz cuando descubrí esa coincidencia.
A veces las coincidencias sencillas me dan mucha alegría.

Hablando de las fotos del celular, ¿cómo es tu relación con Instagram?
Instagram fue el lugar donde fui poniendo ese álbum familiar, instagram es mi álbum familiar de algún modo.
Es una experiencia para la que me puse algunas reglas. Primero no más de tres fotos por día. nunca llegó a eso, es más estoy muy por debajo de ese promedio. Solo iba a poner las fotos dejando de lado que los modelos son mis parientes. Trataba de pensar si esa foto era válida, interesante, más allá del amor que yo tuviera a esas niñas o a esa gente. Y otra regla es que me iba a permitir pasar por todos los lugares comunes. Un montón de cosas que están totalmente fuera de mi obra como más seria acá son bienvenidas. Paso por los clichés, y cuando hablo de clichés hablo de fotos de la sombra, el atardecer… bueno, esas cuestiones. Evito un poco la foto de comida.

Dentro del feed hay distintas colecciones: los encuentros entre gente que tiene ropa parecida, o el mach entre ropa y fondo por ejemplo. Ensayo retratos, que es algo que no aparece mucho en mi obra como más conceptual. Es muy intuitivo todo. También acá aparece esto de la dimensión. En esta pantalla cada imagen tiene 6×6 cm hace referencia a ese eco de la Hasselblad. Me resulta bastante conmovedor realmente.

¿Pensas que puede ser obra tu Instagram o lo que aparece en tu Instagram?

Cuando empecé mi cuenta de Instagram, imaginé que no era ni un proyecto siquiera, que era una práctica fotográfica que había encontrado un espacio. Después me di cuenta que podía ser obra y que también estaba bueno ese lugar de cierta pequeña indefinición y de cierto enigma. Lo que se pone en acto acá es como el ojo fotográfico.

Sobre si es obra o no, me parece que sí, y a veces me parece que no tanto. En todo caso la pregunta no me parece tan relevante.

Hay una obra que se llama La doble vida, en la que tómo imágenes de Instagram y las paso a papel, respetando su tamaño, pequeñito igual que el que se ve acá. Y hago unas pequeñas colecciones, me gusta la idea de que las imágenes pueden tener distintas vidas, y que una misma idea puede tener distintas materialidades.

Sin duda es una forma del álbum familiar, pero también es un ejercicio de mirada, un ejercicio de encuadre, punto de vista, exposición. Ejercicios del lenguaje fotográfico puro. Del que se hace al principio en la cámara antes de meterte con el proceso de laboratorio. Eso me interesa, me divierte.
Hay algo que se pone en acto en la fotografía con celular, y en Instagram en particular con la primera práctica fotográfica de registrar el mundo joven.
Porque empecé a fotografiar a los 18, 19 años. Y había mucho de un ritual personal y afectivo de hacer imagen ese mundo que estaba conociendo porque era justo el momento en el que yo me vine a vivir de un pueblo a la ciudad. Todo eso lo iba mirando a través de la cámara.
Algo de eso se re actualiza en las tomas del Instagram, ahora con mi nuevo interés, como las plantas, la jardinería. Eso siempre aparece de algún modo y también con bastante humor.

¿Algo de tu ser fotógrafa a los 19 aparece en este lugar?

Uno no es nunca la misma que hace dos instantes, hay algunas cosas que siguen latiendo en una de modos similar, pero cada vez hay nuevas cosas que miramos y otras tantas que olvidamos por suerte. Puro movimiento.

¿Cómo haces los Poliedros?

Estos poliedros en general están sacados de unas paginas de modelos 3D, que encuentro en la Web, a veces los dibujo yo, pero sino lo que me gusta hacer es buscar estos lugares donde hay gente que sube sus dibujos, y vienen con una animación, entonces yo elijo en qué momento de esa animación es el punto que a mi me interesa y hago una captura de eso y a partir de eso hago el dibujo a partir del dibujo hago la máscara y a partir de la máscara hago una impresión.
Pasó algo interesante porque en un momento quise citar al autor de los dibujos, y como resulta que son cuerpos geométricos, no tienen autor, es como que pertenecen a todos.

La fotografía lo que hace es transformar un mundo de tres dimensiones en dos, como que lo que la fotografía hace es aplanar el mundo. Y da la ilusión de tres dimensiones, entonces acá trabajo con eso también. Eligiendo una figura que está dando la ilusión de cuerpo, como de especialidad. Entiendo, quiero creer, que esto no se lee como algo tan plano sino que, aparece la ilusión de la tridimensionalidad.
Cada uno de estos tonos distintos responde a una exposición diferente. Hago un mapa en las máscaras, sabiendo cual se saca primero, cual segundo cuál tercero y más o menos cual es el tiempo que necesita cada uno de ellos.

¿Hay algo de azar en esto? en los tiempos de exposición?

Hay algo de azar en los tiempos, más que el tiempo en las condiciones que ocurren en el tiempo porque yo puedo decidir, bueno, lo dejo una hora o dos o un día. Pero después está la luz, que varía. No es lo mismo dos horas a la mañana que dos horas a la tarde. Un día nublado más que un día soleado, un día de otoño más que un día de verano.
Esas cuestiones ambientales tienen mucha influencia en este tipo de trabajo.
En este caso también son papeles antiguos, el papel Kodak que usé tendrá unos 30 años más o menos, y es un papel que no sirve para hacer copias tradicionales porque ni bien uno lo pone en el revelador aparece velado, pero en cambio funciona muy bien para estas impresiones lumen.

¿Cómo se desarrolla en tu hacer, el vínculo entre arte y fotografía?

Yo soy una chica mental, me gusta el pensamiento sobre el arte, me gusta estudiar, soy algún punto una buena alumna, entonces me doy tareas a mi misma de investigación y ese tipo de cosas y la obra va saliendo de ahí. En algunos casos disfruto mucho de la cocina del trabajo. Gran parte lo hago yo en mi laboratorio y eso me viene bien. De todos modos esa no es la única forma, puedo pensar en trabajos que son más de delegar y más de pensar y tener la posibilidad de trabajar con alguien más que lo realice. Por otro lado, la fotografía es una de las formas en la que yo me siento artista, considero que tengo una vida bastante creativa y que va mucho más allá no sólo de la fotografía sino de las artes plásticas en general. Me considero una jardinera apasionada y ahí hay mucho de arte también. No solo en la cuestión del diseño, de cómo uno arma el jardín sino en todo el cuidado que uno tiene que ponerle. Me gustan los procesos.

¿Si la fotografía hoy se apareciera ante vos, qué pregunta le harías?

Yo le preguntaría cuál es la próxima vida que va a tener, porque en esto que hemos escuchado tantas veces de que la fotografía ha muerto o la postfotografía. A mí me parece que hay cierta práctica, que tiene que ver con el deseo de registro que tiene la gente, y que ha acompañado a la imagen desde hace casi 200 años, con las primeras experiencias fotográficas, que sigue vivo, que sigue latiendo y que no importa el dispositivo. Hay nuevas formas en la que va encarnando ese deseo de imagen.
Una vez Graciela esperanza escribió sobre un texto sobre mi obra para un libro y ella hablaba del travestismo de la fotografía, que tiene capacidad de ir cambiando y adaptándose, me encanta esa idea y me parece que es algo en lo que yo creo.
Siempre va a ver una forma nueva de hacer fotografía, como se la llame no importa, pero hay algo que tiene que ver con el deseo de imagen que tenemos y la fotografía tiene que ver con eso.

Marzo 2022