Juan Travnik

¿Que sería la fotografía para vos?

Cuando era adolescente quería ser pintor. Tuve una crisis en ese momento cuando fui rechazado en un examen para estudiar Bellas Artes. Pero enseguida me interesó la fotografía y -alentado por mi papá- a los quince años ya estaba sacando fotos con cierta seriedad. A partir de ahí la fotografía me acompañó siempre y me permitió conocer gente, visitar países, replantearme cosas. Es la actividad que me dio de comer y la que  me quitó el sueño. Fuera de las cuestiones del amor, la familia, no tengo otra ocupación; es como un modo de vida. Uno, generalmente, arma su vida alrededor de dos o tres puntos. La fotografía para mí es uno de ellos.

 

¿Cómo era tu trabajo con la plancha de contactos?

Una Plancha de contactos es como abrir una caja, en el sentido de que la fotografía siempre tiene algo de enigmático: lo que uno saca nunca termina de aparecer de la misma manera en que uno lo imaginó.Revisar la plancha de contactos siempre fue para mí una nueva exploración de lo que había fotografiado y de alguna manera un nuevo acercamiento hacia lo que fotografié. Siempre tuvieron una gran importancia las copias de trabajo y las planchas de contactos.

 

¿Hay alguno de tus trabajos que te haya hecho cambiar tu visión de las cosas?

Indudablemente todo lo que uno hace va formando capas que te van alimentando, te van haciendo crecer o te van haciendo ver cosas nuevas. Pero hay algunos trabajos que tienen una densidad o una potencia que te mueven más que otros. El primer trabajo que tuvo trascendencia para mí es el de los paisajes urbanos en blanco y negro. Tuvo una importancia grande en términos del reconocimiento de la ciudad que me rodea. Fue una forma de llevar a imágenes la relación con mi ciudad, a la que amo profundamente.

Después, por supuesto que mi trabajo sobre Malvinas me permitió acercarme a gente que conforma nuestra sociedad, a este colectivo que llamamos nuestro país, mi país.

 

¿Cuánta verdad o realidad hay en tu fotografía?

Durante mucho tiempo fui un convencido de que la fotografía daba cuenta de una realidad. Después empecé a dudar de esto y ese contraste surgió al reconocer esa subjetividad que está puesta de manifiesto en toda obra y que proviene de quien la hace. Hasta ese momento no tenía tan claro que el mero recorte, a través del visor, pudiera cambiar tanto la lectura de una realidad. Al cuestionar la existencia de unaúnica realidad, se acepta más la idea de muchas realidades según quien la perciba. No quiero llegar a un planteo ingenuo, sé que hay realidades que son incontrastables pero la manera en que son percibidas por quien las fotografía condiciona la lectura.  La fotografía nació como huella, como registro de la luz, de la realidad. Entonces una imagen analógica, tiene una carga de realidad de la que no me puedo evadir. Mis fotografías siempre orillaron la estética del hallazgo y no me entrometí nunca en un estilo que tuviese que ver con la construcción.

 

¿El contexto social o económico influye en tu manera de fotografiar?

Seguramente. Como en la mayoría de las otras actividades de la vida el contexto económico y social influye. Cuando se va hacia un momento de crisis como el que hemos vivido en el 2001, la situación se hace tan potente que se torna omnipresente y es difícil que alguien se pueda apartar de eso. Siempre pretendí que mi trabajo fuera emergente de aquello que nos pasa y si bien construyo un mundo personal con mis imágenes, he tratado de que se establezca un vínculo con lo que nos ocurre como sociedad. No he fotografiado castillos de cristal, no he fotografiado cosas muy alejadas de lo que nos sucede.

 

¿Qué otras características expresivas encontrás en la fotografía?

La fotografía se acerca mucho a la poesía. En muchas imágenes encontramos una gran capacidad metafórica o simbólica.

 

¿Nos hablas del género retrato?

El retrato siempre fue un género que me atrajo. Quizás porque siempre me interesó vincularme con las personas, el retrato era una excusa más para poder hablar con quienes fotografío. Pero también es la ocasión perfecta para poder mirarlos sin que afecte el pudor -ni el de ellos ni el mío- para explorar la cara del otro. El retrato se asienta mucho en la observación. No creo en el conocimiento que se vaya a tener de la persona que uno va a fotografiar, porque realmente ni quince minutos, ni dos horas de tiempo en la charla previa alcanzan para acercarse a alguien. Pero esos diálogos sirven para ver cuál es la expresión de la persona que puede terminar dando un gesto interesante. Siempre teniendo en cuenta que la esencia de la persona, al ser tan polifacética, me parece difícil de ser contenida en una imagen.

 

¿Si tuvieras que hablar de los paisajes como hablaste de los retratos, qué aspecto estarías buscando en tus paisajes?

En los paisajes trato de que ocurran una de dos cosas: que realmente se vea como una escenografía lista para ser usada en una supuesta representación de algún drama. O que, de alguna manera, en el mismo paisaje aparezca ese conflicto, esa situación de acción dramática. Esto puede estar producido por elementos absolutamente inofensivos: puede ser una sombra o una proyección de una luz en el medio de las sombras. En general el paisaje, nos pone en una situación que está vinculada a una forma de ver que no conecta con el trabajo. Raymond Williams dice algo sobre esto: que el paisaje construye una mirada ociosa.

 

¿La fotografía es solo apariencia o se le puede pedir profundidad?

La fotografía se ocupa de las apariencias, lo que está a la vista, lo que registra la cámara. Las apariencias de las cosas tienen mala prensa: suelen ser descartadas y subvaloradas con respecto a las profundidades. Y en realidad, a veces, las apariencias de las personas, de los objetos, de las situaciones son proyecciones muy interesantes de cuestiones más profundas de las que se podría hablar. El talento del que mira, del fotógrafo, se pone a prueba a la hora de construir -a través de una especie de metáfora visual- algo que conecta más allá de lo que se ve a ojo desnudo. El brillo de una mirada, la gestualidad de una actitud o un movimiento corporal -capturados de una manera justa y precisa- suelen ser muy reveladores.